En marzo de 1999 decidí independizarme y crear mi propio cultivo legal de marihuana medicinal
No me gustaba mi jefe
Después de quedarme encerrado durante 5 horas en la empresa para la que trabajaba, decidí que no me gustaba ni mi jefe ni sus procedimientos. No se preocupaba por la seguridad de los trabajadores ni de las instalaciones. Sólo quería producción y producción. No nos dejaba desarrollar ideas nuevas o protocolos nuevos. Pero como tenía un montón de invernaderos cultivaba toneladas, no le faltaban ganancias. Pagaba bien, bueno, en la línea de todos. Los que éramos cultivadores experimentados no teníamos mal sueldo. Menos, aunque bueno, lo tenían los trabajadores temporales ala hora de plantar, cosechar, podar o manicurar.
Así pues, pensé que era el momento de hacer lo que me apasionaba para mí mismo.
Tenía ahorros y contactos, hice mis planes, y los llevé a cabo.
Alquilé unos terrenos agrícolas con una casa pequeña de madera y me fui a vivir allí. Seguía yendo a la universidad asiduamente pero la tenía a media hora de furgo. Pedí los permisos y las autorizaciones correspondientes. Estábamos en una situación extraña, ya que a nivel federal éramos cultivadores ilegales, pero a nivel local, casi todos los condados de California autorizaban los cultivos sin problemas. Se movía mucho dinero y generaba muchos puestos de trabajo.
Allí no es como en Europa, hay cierta tranquilidad en dejar tus terrenos solos. Aunque hay robos, son muy escasos. La posibilidad de que te disparen legalmente por entrar en una propiedad privada es muy alta. Aunque no esté vallada, con que pongas unos letreros de propiedad privada, ya le puedes pegar un tiro a cualquiera que entre sin tu permiso. Los grandes cultivos en invernaderos o naves suelen estar seguros, aunque los dejes solos.
Invertí todo lo que tenía en iluminación y equipamientos. Mi sistema sería hidropónico puro, para poder pasar de la manipulación de la tierra que era muy costosa. Y usaría químicos para alimentar a las plantas. A fin de cuentas, se hacía en todos los tipos de cultivo alimentario. Por algo sería. Lo haría a techo cerrado y con iluminación artificial. Focos de 600 vatios, halogenuro metálico para crecer y sodio para florecer. Unidades de clima por conductos, extractores de techo, en fin, toda la parafernalia.
Los dos primeros años contrataba mucha gente en los momentos clave. Incluso en 2002 tuve a cuatro andaluces que venía un par de veces al año, pasaban un mes y se llevaban su buen dinero a España. Otros europeos tuve también. Pero la gran mayoría eran mis amigos de la universidad.
En los años siguientes automaticé procesos, principalmente el manicurado, que lo hacíamos con peladoras de cogollos eléctricas. Dos operarios procesaban 1 tonelada bruta en una semana.
Mis clientes legales eran los laboratorios, que compraban todas las cosechas de la zona. Mis clientes ilegales, con los que ganaba mucho más dinero, eran los universitarios.
Ya desde le inicios empecé a crear mi propia cepa. Estrella la llamé. Y dos años después es lo único que he cultivado hasta que me retiré.
Aportaba, y cobraba por ello, mis conocimientos a agricultores nuevos, y monté durante unos años una pequeña empresa dedicada a instalar cultivos de marihuana de todos los tipos.
No me haría rico con los 200 metros cuadrados que tenía ni con las instalaciones. Los gastos eran terribles. 140 focos que consumían un montón de gasoil. Torres de climatización de un montón de kilowatios. Mucha mano de obra.
Pero ganaba bastante bien. Me permitió vivir más que holgadamente y hacer un buen fondo para mi jubilación, que sería en España, cuando volviera.